Han pasado algunos años ya, desde aquella vez en que una linda joven se me acercara para invitarme a una discoteca del centro de Lima a fin de comprobar cómo escolares faltones se embriagaban, drogaban y se entregaban al sexo sin barreras ni tapujos.
No fui. Me sentía viejo y barrigón. No tenía ropa juvenil para intentar entrar en ese mundillo chibolo. La verdad es que me chupé.
He pasado muchas veces por ese lugar y siempre está lleno de gente. La última vez una señorita muy apretadita me invitó a ingresar, lo cual -confieso- me sorprendió. No era el momento, sin embargo -esta vez- pensé en la posibilidad de hacerlo, por lo que me armé de valor y con la complicidad mis amigos Katee, Vladimir y su primo de 16 años planeé una visita a una de estas discotecas diurnas. El objetivo: ver cuánto de inseguridad y delincuencia rodea a estudiantes "faltones" del centro de Lima.
No fui. Me sentía viejo y barrigón. No tenía ropa juvenil para intentar entrar en ese mundillo chibolo. La verdad es que me chupé.
He pasado muchas veces por ese lugar y siempre está lleno de gente. La última vez una señorita muy apretadita me invitó a ingresar, lo cual -confieso- me sorprendió. No era el momento, sin embargo -esta vez- pensé en la posibilidad de hacerlo, por lo que me armé de valor y con la complicidad mis amigos Katee, Vladimir y su primo de 16 años planeé una visita a una de estas discotecas diurnas. El objetivo: ver cuánto de inseguridad y delincuencia rodea a estudiantes "faltones" del centro de Lima.
La cita era a la 1 de la tarde, el punto exacto: el cruce de Bolivia y Uruguay en pleno centro de Lima. Hago un estudio de la zona y me percato de que hay muchas academias alrededor. De computación, idiomas, enfermería y otras pre-universitarias. A una cuadra está el histórico colegio Guadalupe (de varones, sí señor) y más allá los colegios de mujeres Rosa de Santa María y Argentina. La Universidad Villarreal está a sólo tres cuadras.
Palpemos la calle. A ver, es verano y hace un calor bárbaro. La gente camina rápido, indiferente a los demás, concentrados en sus propios problemas y afanes. Veo individuos achorados, algo agresivos "en mancha". Chiquillos con mochilas al hombro y grupos de chicas que ríen entre ellas.
Existen muchos hostales allí: HABITACIONES A 10 SOLES.
En la discoteca otro letrero llama mi atención: PROHIBIDO EL INGRESO A MENORES DE EDAD. "...bueno Vladimir tu entras primero, Katee yo voy contigo...sí me dicen algo le dices que soy tu viejo y te estoy acompañando....¿y tu primo Vlady, cómo hacemos con él? obviamente es muy chiquillo...bueno, va contigo. ¿OK?..."
Muchachitas, casi niñas y en mancha ingresan al recinto vienen de los alrededores en jeans y politos apretados, parecen escolares, no deben tener más de 15 años, eso me intimida. Pero he venido preparado, hoy me he vestido diferente: un polo pegado, unos jeans, zapatos de montaña y canguro. Estoy pelucón, aunque canoso y por suerte menos panzón.
Llegamos a la entrada y la chica apretadita otra vez me invita a entrar, más adelante unos tipos fortachones vestidos con chaleco y pantalones negros me dicen "...1 sol....1 sol, choche..." La entrada está a un nuevo sol (30 ctvs. de dólar...qué barato!). Pagué la entrada de todos e ingresamos. No nos hicieron "roche", ni al primo de Vlady -por menor de edad- ni a mi por ser "tío".
Cada uno es revisado, palpan mi ropa tratando de encontrar tragos escondidos o qué se yo. Paso por el umbral de la puerta y no veo nada. Siluetas, sombras de cabezas con dientes blancos, luces de color lila y una conocida salsa haciendo un ruido ensordecedor.
Distingo algunas mesas -muy chiquitas- con asientos largos, todas ocupadas con montañas de mochilas. Veo la pista de baile y sus alrededores. Creo que hay unos mil muchachos y muchachas. Bailan con entusiasmo durante buen rato.
Yo , más conciente de mi edad trato de esconderme entre mis ropas. Le pido a Vladimir que me preste su gorrito. Me lo pongo al revés y nadie me dice nada, camino impunemente entre las chicas y los muchahitos. Trato de afincarme en algún lugar y no puedo, me siento extraño, me siento fuera de lugar, trato de acomodarme y sigo intentando.
Quiero ver como se mueven en la pista de baile, pero desde dentro, entonces le digo a Vlady.."...baila con Katee.." no Hans, es peligroso, temo que me roben. ¿pero que te va a pasar? le contesto. "... No, una vez vine y casi me roban el celular, aqui la gente es bien brava...están bailando y te sacan cuchillo...". Supero el temor, yo me apunto y me pongo a bailar, por suerte es una salsa actual y trato de moverme sin desentonar. me siento duro, sin gracia.
Me impresiona que las chicas van a los baños y regresan con otras ropas. Obviamente vienen del colegio y se han cambiado, miro sus rostros y son de niñas vestidas con atrevidas falditas o ajustados pantalones. Las blusas no existen, apenas son tiritas con pechera. Bailan en grupos acompañadas de muchachos más grandecitos.
En las mesas hay algunos varones adultos, usan aretes, lentes oscuros, cabellos con peinados extravagantes (harto gel) usan aretes y otros hasta barba. Éstos jóvenes tienen algo en común: la actitud, se ven algo intimidantes, como "faites". Katee dice "...estos se creen los papirriquis del lugar.." se les ven abrazados a sus chicas, a las que tienen como accesorios, colgados a ellos. Las besuquean, las tienen como a bebitas, las tocan, las acomodan y ellas "sobradazas".
Suena otro ritmo, llegó la hora del perreo. "...perrrreo, mami perrrreo..." chicos y chicas se conectan: nalgas y pelvis se unen para moverse acompasadamente, las parejas están pegadas (ellas de espaldas) mueven las caderas sensualmente, adelante y atrás...adelante y atrás.. Yo también me muevo y siento ganas de bailar. Pero no puedo...además ¿con quién carajo voy a bailar?....atrás quedaron las tranquilas fiestas familiares, estoy en otro mundo.
Las chicas felices casi agachadas, los chicos más felices -digo yo- dándoles el "apoyo", cogiéndoles las caderas nos morbo "...rómpele el hígado TOMAAA, rómpele el buche TOMAAA..." De rato en rato unas palmadas en el trasero, como quien apura el paso de su yegua. Un espectáculo. Todos conectados, la pista de baile, parece una orgía de cientos de parejas en sensual letanía "...ayyyy papiiiiiiiii..."
Algunos beben cervezas otros, sangrías. Humo de cigarros complementan el ambiente. Las chicas van al baño y regresan vestidas para irse. Llegan otras y repiten la historia. Los papirriquis también se van, con sus "chicas colgadas" por supuesto ¿a dónde? ¿a dónde creen?. "...quieres chuculún, toma, toma chuculuún..".
Entro al baño para terminar esta historia y me encuentro con una cola interminable de muchachos sumergidos en charcos de agua.
No veo más, salvo la queja de Katee que me dice que en el baño de mujeres descubrieron a un hombre -ya mayor- que dijo ser encargado de la limpieza, pero..."con una cara de violador", no veo nada más.
Los minutos no traen ninguna sorpresa, todo se repite mecánicamente. "PERREEÁ, MENEEÁ...chum, chucuchummm...chummm chucuchummm."
Nos vamos, y mis jóvenes amigos asienten.
Salimos otra vez a la calle, los adultos siguen en lo suyo, caminando apresurados, ensimismados, la vida sigue igual...¿los chicos? en la escuela. Nadie sabe nada y en mis oídos aún retumba el coro "...gata fieeraaa...gata fieeraaa.."
Hans Gutiérrez