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Fui invitado a dar una charla acerca de "La Importancia de la Facilitación" en el Centro de Adulto Mayor de San Isidro. Era un desayuno de trabajo en el que participarían sus profesores, delegados y un simpático grupo de ancianitos y ancianitas. El pedido de la funcionaria que me invitó era muy claro: "...hoy celebramos el día del maestro y qué mejor que sensibilizándolos.."
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Luego de presentarme, inicio el clásico proceso de calentamiento grupal (para romper el hielo) me atrevo a hacer algunas preguntas claves a los asistentes, se me ocurrió que entre tantos años juntos debía encontrar mucha experiencia y sobre todo sabiduría.
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A una señora le hice la primera pregunta: ¿cuál es el momento que más recuerda de su padre? me contesta narrando una tierna escena de su infancia en donde su papi, le dijo, que ella era lo más importante de su vida. Un sonoro ¡¡ooooohhh!! se escuchó en ese momento. Los rostros primero distantes se fueron ablandando mostrando con libertad sonrisas de niño...¡aplausos para ella! digo y todos aplauden.
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Otra señora, ante la misma pregunta, comenta que lo más hermoso que ha escuchado de su padre es que ella fue el motivo de su más grande orgullo "...lástima, ya no lo tengo a mi lado...", señala. Miradas emocionadas se entrecruzan en esos rostros arrugaditos.
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Miro ahora a un señor de lentes, delgadito y de pelo casi todo blanco. Le iba a hacer una pregunta y me detengo. Su rostro me parecía familiar, ¿señor usted ha sido profesor? sí, me dice. ¿De qué colegio?. Varias responden: ¡...del Guadalupe! Miro su rostro y mi recuerdo encaja perfectamente con su espíritu...pasan unos segundos y con decisión él me afirma: "...y tú has sido mi alumno..." los ojos de 50 ancianitos iban y venían como pelotitas de pin pon: mi cara, la cara del profe...mi cara, su cara...
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Casi sin pensar yo levanto los brazos: "profe...mi profe" le digo y me acerco. Todos se ponen de pie y abren paso con una sonrisa emocionada, él se incorpora y me abraza...un abrazo largo y sentido. Todos y todas aplauden. El hielo está roto. Sentían orgullo ajeno. "...Ya ve, ahora el alumno le enseña al profesor lo que ha aprendido..." dice una linda viejita.
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Pero no. El día me daría otra sorpresa, más grande aún. A mi profe le pregunto: "...¿y cuál ha sido el momento más grato de su vida docente?..." Él me contestó con una historia:
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"...Eran los años de la dictadura militar y yo enseñaba biología, uno de mis alumnos -cuyo apellido no rebelaré- salió desaprobado en mi curso.."jalado". Al día siguiente al ir a trabajar, el portero me indicó que me esperaba un General del Ejército en la Dirección del colegio. Afuera habían patrulleros. Me acerco y el Director me recrimina por la falta de tino. Este General, padre de mi alumno, ocupaba un alto cargo en el Gobierno y haciendo valer esta condición trató de amedrentarme argumentando su poder e influencias..."
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Yo le pregunté si su hijo- había tenido problemas en otros cursos. Me respondió que eran dos cursos más (...sonreí) pero que ellos (los profesores) ya habían sido persuadidos y sólo faltaba yo.
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Entonces le dije que eso no era posible y que me mantenía en mi posición “...él ha sido jalado...”. La indignación del General y la preocupación del Director me asustaron pero no me movieron. Al día siguiente -entre otras cosas- recibí la llamada telefónica del mismísimo Ministro de Educación (otro General) pidiéndome que apruebe a ese muchacho y no sea irrespetuoso con la autoridad. A él le afirmé: "...que aunque sea hijo del Presidente no cambiaría de opinión..." Es entonces que le ofrecí tomarle una prueba -para cerciorarse de su nota- inclusive con la presencia de su madre, quien elegiría las preguntas del cuaderno. Y nuevamente salió desaprobado.
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Con gran ansiedad esperé el nuevo día. Llegué al colegio y nuevos patrulleros imponían su presencia en el frontis del colegio Guadalupe. Esta vez era el Ministro de Educación en persona. Todos me miraban raro. Yo, ya me veía sin trabajo...sentía temor. Se me acerca el Ministro y me dice: “...¡Sí todos lo maestros fueran como usted, qué grande sería nuestro país!...Yo le nombro a usted Director de este colegio y he ordenado que los profesores -que hicieron aprobar indebidamente a ese alumno- sean removidos inmediatamente de sus cargos!! ..."
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Yo le contesté, qué gracias por el reconocimiento, pero que teníamos a un gran Director en el Plantel y no era necesario ese cambio. El Ministro me abrazó y me felicitó con mucha emoción. Me reiteró su admiración prometiendo no interferir más y se despidió. "...Ése ha sido el momento más hermoso vivido por mi, en mi época de docente..."
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¿cómo no abrazar a este SEÑOR? Cómo no emocionarse con este acto tan limpio? No me quedó más remedio que usar mi pañuelo para limpiarme las lágrimas de felicidad y orgullo. Todos los presentes se contagiaron de ese momento y, aunque parezca mentira, una voz femenina entonó “La marcha Guadalupana” seguido a coro por varias personas del grupo:
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"...abrid ancho paso
las palmas batid,
qué va Guadalupe
marchando a la lid,
la frente altanera,
firme el corazón
pues el Guadalupe,
colegio campeooooón.."
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Fue un momento glorioso. Muchos cantaban y terminaron con el clásico silbido Guadalupano: ¡¡¡fí..fi-fiuuuú!!!.
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Gracias y ¡¡¡feliz día del maestro, Profesor Celso Cervantes!!!
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las palmas batid,
qué va Guadalupe
marchando a la lid,
la frente altanera,
firme el corazón
pues el Guadalupe,
colegio campeooooón.."
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Fue un momento glorioso. Muchos cantaban y terminaron con el clásico silbido Guadalupano: ¡¡¡fí..fi-fiuuuú!!!.
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Gracias y ¡¡¡feliz día del maestro, Profesor Celso Cervantes!!!
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Hans Gutiérrez
Corresponsal Urbano
Corresponsal Urbano
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